lunes, 1 de septiembre de 2008

"De sueños y de muros"

Un sueño es un muro que vacila.
La propiedad más enaltecida y característica del muro es su consistencia, su imperturbabilidad.
Cuando el muro denota un síntoma de vacilación, su esencia se está viendo alterada. El muro ya no es un muro, en términos estrictos. Podrá serlo en apariencia, pero su substancia ha sido mancillada.
Un sueño es el momento de vacilación del muro.
El sueño, mientras transcurre, desintegra un concepto que había estado firme por algún prolongado tiempo. Luego de producido el sueño, el concepto ya no será consistente como antaño; sólo lo será en apariencia, hasta que el portador de ese concepto tropiece con la fragilidad que presenta la novedad.
El sueño inocula debilidad al muro, le arrebata su misión principal: separar.
La vida del muro carece de un corazón para preservarse. El muro es rigidez per se, es muerte en vida. Porque la rigidez es muerte en vida. O, quizás, vida aparente.
El sueño le instala un corazón al muro. Con cada latido, el corazón prorrumpe en las entrañas del muro, descubriéndolo en nuevas minúsculas grietas, multiplicándolas y ampliándolas. Cuando el muro late, deja de ser muro, comprensiblemente.
El sueño es una amenaza para el muro, en la instancia precedente a su suceso. Luego, es la certeza de su final. Por eso un buen muro, un muro real, es sólo materia inerte.
Pero -he aquí la paradoja- el sueño también es materia inerte. Lo es, en tanto que, considerado intrínsecamente, no puede ser modificado. Nadie puede modificar un sueño.
Un sueño es un evento que se erige frente a la espectación y transcurre prescindente de manipulación de voluntades.
Al igual que el muro. El muro se encuentra allí y la explicación de su existencia y permanencia excede a las pretensiones del que contempla.
Ambos producen efectos colaterales.
El sueño vuelve plástica la rigidez. El muro, en cambio, se intercala entre sueños. Puede ocurrir entonces la secuencia ininterrumpida de: un muro, un sueño; un muro, un sueño...
Pero el sueño taladra la permanencia al igual que el muro declina ante el infinito.
Así como la perspectiva presenta más elevada la hilera del muro cercano que a la que se prolonga a la distancia, el sueño que recién se produce carece de la fuerza de las ansias de transformación que posee el sueño que no se realiza por largo tiempo.

Pero entonces, ¿es el muro esencialmente negativo?
Al generar separación, el muro establece un sentido de búsqueda. El muro es atractivo irresistible. Lo que el muro oculta, lo que impide ver, tocar, abarcar, se transforma en la cara oculta del muro. Antes de ser reconocida, la realidad que subyace tras el muro conforma su integridad como la misma piedra. Muro y realidad posterior, igualmente inquebrantables.
Consecuentemente, el muro defiende a esa realidad del acecho devorador del pretendiente. Establece la necesaria separación espacial que conlleva un tiempo indispensable para el abordaje.
Podría decirse que el muro es un claro provocador de sueños. Un provocador que sólo conseguirá éxito en la medida en que esos sueños acaben con su propia existencia. De tal forma que un buen muro siempre está destinado a sucumbir ante el sueño que él mismo ayudó a crear. Un buen muro no sobrevivirá a sus días.
¿Es el sueño esencialmente positivo?
Un buen sueño está destinado a desaparecer. La principal amenaza para su permanencia latente es la consumación de la realidad que promueve. Paralelamente, un sueño demasiado estimulante no propiciará sino la fortificación del muro y, en consecuencia, su permanencia inalterable en el tiempo.
Podría suceder, en consecuencia, que el sueño luche por su preservación tomando el lugar de una realidad simulada, pero interpretada como real por su intensidad. Adicionalmente, un sueño puede tornarse más majestuoso que la propia realidad, sepultando la posibilidad del suceso.
Sueño y realidad-tras-muro se enfrentan, entonces, en una lucha por la supremacía y existencia. Sólo la consumación de la realidad -la muerte del sueño- dará testimonio de que el sueño ha cumplido su propósito.
Nacidos como opuestos, el muro y el sueño perecerán simultáneamente.
El muro es contundencia; el sueño es sutileza.
Fortaleza aparente, fortaleza esencial.
Tracción y retracción.
Devenir de los tiempos.
Creación de vida.

No hay comentarios: