La orden del arquitecto había sido clara:
hacer un típico cartel de desvío de tránsito.
Salvo por un pequeño descuido...
... Una caligrafía un tanto descuidada
acercó peligrosamente una "N" mal
dibujada a una delgada "I" a la que le
faltó el puntito...
Y el ridículo se apoderó de las calles...
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