jueves, 4 de octubre de 2007

Línea asfáltica


El surco se proyecta sin destino visible.
El trajinar es intenso, como el calor abrazador
del mediodía veraniego.

La velocidad inventa al viento y éste se re-inventa en una aparente existencia de oxígeno... y de movimiento.
Es posible aventurar el paso del próximo bólido a través del profundo aullido de sus ruedas, en la lejanía, como una exclamación de resistencia por la inercia olvidada ya, en alguna otra porción de asfalto.
Cada nuevo milímetro abordado es una exigua parte de vida que se despide, energía que se dibuja en línea recta y que se borra bajo el trazo de un nuevo transcurrir, de un nuevo atravesar.
Las sombras proyectadas sobre el ardiente pavimento son el ansiado oasis que descomprime fugazmente el asedio de la llama solar.
Las sombras...
... testigos fieles del cuerpo, de la velocidad, del viento, de la porción de vida que se fue, del calor, de la luz.
Las sombras... testigos y parte de todo.
Hasta que dos sombras deciden aproximarse. Y chocan entre sí...

2 comentarios:

bah dijo...

Me gusta mucho el texto: su textura me resulta familiar; es hermético pero intensamente vívido. Me da tiempo y espacio para observar en él con mis imágenes -único modo finalmente en que puedo asistir.

Florencia Pérez dijo...

Que camino largo para significar toda una vida, que más que larga es corta. Corta para aprender a vivirla, cuando más sabemos de ella, más se nos escapan los días.
los momentos parecen eternos, pero bien decís, cada porción de asfalto cruzado es un nuevo momento a transcurrir. Todo es tremendamente efímero, pero sin embargo nuestra mente se manifiesta diferente. Otros tiempos suceden en ella, en ella quedan las huellas de lo vivido, a veces con tremenda autenticidad. A través de ella yo puedo regresar y ahí las cosas no transcurren igual.
Allí están todos y todo tal cual. Otro tiempo, otra dimensión que nos permite volver a esa porción de asfalto ya cruzada algún tiempo atrás.
Me gustó mucho este texto.