sábado, 2 de febrero de 2008

"Dualidades"

La existencia y el perpetuo dilema entre el bien y el mal."
Foto tomada en Puerto Deseado, Provincia de Santa Cruz, Argentina.

"Diálogo de sombras"

R: Traeme una linterna, no veo nada aquí.
S: Ya voy, si encuentro el camino de salida...
R: Ah, y si podés, un poco de agua, tengo la boca seca...
S: Bueno, ¿no querés un menú gourmet, también?
R: No me jodas. Con el olor a podrido que hay aquí, lo que menos pienso es en comer...
S: Ya vuelvo.
R: "Ya vuelvo"... Quedarme solo en este lugar, ni Hitchcock hubiera imaginado esta escena... Y encima no veo nada. ¡Qué se yo lo que pudiera encontrar aquí! Si al menos entrara algo de luz, quién te dice, quizás, me haría el día... O el mes... ¡O la vida entera! ¡La guita que debe haber enterrada acá...! Estos se la guardan para ellos, no te dan un mango. ¡Seguro que hay un tesoro sepultado, y si lo encuentran, se lo encanuta el que lo encontró y... nunca más...!
-
... A... cá...
R: ¡Eh... ¿quién anda ahí?!
- acá... a... cá...
R: ¡¿quién carajo es?!

- ... a... yuda... ¡acá...!
R: pero... ¿quién... dónde...?
- ¡acá...!

R: ¡no veo nada, ¿quién es usted?!
- la bomba... ¡la bomba!...
R: pero, ¡no puede ser! ¡Hace ya 8 días de la explosión...! ¿Quién es usted?
- ¡¿ocho... días?!...
R: ¡sí, la explosión fue el 18 de julio y hoy es 26...! ¡¿Cómo aguantó todo este tiempo?!
- ¡¿tanto tiempo...?! No sé... no sé...
R: ¿se encuentra bien... está herido...?
- no sé... no puedo mover mi cuerpo... Estoy atrapado... ayúdeme a salir...
R: espere a que venga mi compañero, no veo nada...
- ¿dónde estamos...?
R: escombros, señor, puro escombros y putrefacción...
- ... ¿cómo llegamos... a esto... ?
R: no sé, señor. Nosotros no tenemos nada que ver. Estamos trabajando...
- esta oscuridad... tan densa... ¿podrá ayudarme a salir...?
R: espero a que venga mi compañero... ¡no sé por qué tarda tanto!
- agua... necesito agua... no puedo más...
R: yo le pedí que traiga para mí, ya la va a traer...
- ¿quién fue...? La bomba... ¿quién fue...?
R: No se sabe. Vienen de afuera...
- ¿afuera...?...
R: y sí... ¿quién va a ser de acá...? Acá no tenemos problemas con nadie... no tenemos nada que ver...
- ¡agua...!
R: ya va, señor. Enseguida viene mi compañero y entre los dos lo sacamos. Cálmese...
- ¿y el mundo...? ¿Qué dice el mundo...?
R: ¡se enteraron todos! Vino la televisión de todo el mundo... ¡salió en todos lados!
- ¡Ay, mi cuerpo! ... ¿hubieron muchos muertos...?
R: no sé, se dice que alrededor de 85, entre judíos e inocentes...
- ... ¿inocentes...?
R: sí, gente que pasaba por ahí, gente del barrio, que no tenían nada que ver...
- ... ¿podría encender una luz...? Está muy oscuro... no se ve...
R: estoy esperando a mi compañero con la linterna. No tengo otra cosa... ya viene...
- ... ¿y el gobierno... dijo algo...?
R: Y no... no saben nada. Dicen que van a investigar...
- ... por favor, necesito ayuda... ¡Ayúdeme a salir...!
R: Ya, señor... ya viene mi compañero y lo sacamos... ¡Tenga confianza...!
- tardará mucho... su compañero...?
R: Enseguida viene... ya está por llegar... ¡Tenga paciencia...! Yo también lo espero...
- ¡mis hermanos...!

(diálogo hipotético bajo los escombros del edificio de la mutual judía de Buenos Aires, "AMIA", luego del atentado perpetrado probablemente por la organización terrorista "Hezbolláh", junto con Irán, en 1994 y que aún carece de sentencia judicial definitiva).

"En hilera y sin chistar"

"La individualidad expresada en la belleza del paisaje conjunto."
Foto tomada en el barrio de Chacarita, Buenos Aires.

viernes, 1 de febrero de 2008

"¡Atención, señores!"

Así que pretendes el éxtasis de tus sentidos
arropado por la caricia del viento de una isla tropical.
Así que te esfuerzas cotidianamente en acumular
moneda sobre moneda, en afán de vanidosa conquista.
¡Con que prefieres esquivar la vista de ese lodo cenagoso,
la fastidiosa presencia que malogra tu ampuloso festín!
Que no resiste a tu potencia este cuadrado con ruedas
y prolongas tus sueños, en confortables cabinas que van a mil.
Que tu estómago crece, que tus cabellos desaparecen,
que tu cara se cae, que el disimulo te arrebata la partida.
Así que has cumplido ya esa edad, por fin la alcanzaste;
la edad del reemplazar por materia el abandono de la materia.
Con una mano sostienes el volante, con la otra el celular,
a una otra la metes en el bolsillo y con la otra coimeas el bienestar.
Así que has hecho fortuna, eres todo un señor,
"por favor señor, qué le sirvo señor, con todo gusto señor. Andá a cagar, señor".
Tus hijos tienen educación privada, salud privada,
barrio privado, seguridad privada. Libertad privada.
Tus amigos cotejan bienestar compitiendo cabeza a cabeza,
propiedad aquí, evasión allá, negocio aquí, estafa allá.
Tu conversación patina en la "s" de pesos y no logra avanzar,
allí comienza tu desafío, allí termina tu creatividad.
Buscas el reflejo de lo que ya no eres, buscas en su sonrisa
el engaño descarado, de que eres más atractivo que tu vil metal.
Eres versado en política: "son todos corruptos",
bien debieran perfeccionar el estilo, emulando tu hábil obrar.
Tu lista de indeseables crece día a día, eres la "raza superior",
la clase dirigente, la mente lúcida, la gloria del Creador.
Hoy te veo parado en la esquina, piel bronceada, anteojos para sol,
lo tienes todo: anillo de oro, celular con cosquillas, aliento arrasador.
La juventud intenta escapar desesperada, ya no la retengas,
ya no sigas con esta patética farsa, ya sonaron las campanas.
Tu imagen me desespera, me persigue, me somete a vergüenza,
cada célula de tu cuerpo decadente proclama su rendición.
Ya no sigas fingiendo, asume de una vez tu condición:
¡estás hecho mierda, comienza tu reconstrucción!

"Ruta cerrada"

"Esperando a que todos duerman para salir a jugar".
Foto tomada en la Provincia de Córdoba, Argentina.

"El túnel final"

Después de un cierto tramo, ingreso en el túnel. No es un túnel como los anteriores. Esta ruta sinuosa, plagada de cargados paisajes, me tiene acostumbrado a la aparición de túneles oscuros y húmedos, atravesando las montañas por su intimidad más remota. Algo así como lo que supongo que será el recorrido de una bala de revólver por el interior de las vísceras del desgraciado.
Este túnel dispone de una iluminación intermitente, obsesivamente secuencial, esa que me permite medir la velocidad del avance por la frecuencia con que las fuentes de luz se aproximan y quedan atrás.
¡Zum, zum, zum...! las luces pasan y voy tragándolas, una a una, cargándome con su energía. Soy una cinta de celuloide que circula en medio del discurrir de los orificios. Soy una línea de montaje en una fábrica de producción en serie. Soy un eco sin sonido parental, tan vacío como aterradoramente presente.
Apenas ingreso en el ritmo de este juego, el túnel queda atrás y, nuevamente, la intensa luz del pleno día me atrapa desprevenido.
Sol.
¿Cuánto faltará para el siguiente túnel? Ahí se acerca... ¡Zum, zum, zum...! Otra vez el viaje verifica su pulso y una melodía se insinúa, emergiendo desde esta especie de metrónomo. Ahora el pulso se acelera. La frecuencia del paso de las luces es más intensa y comienza a generar un cierto vértigo. Apenas lo percibo, terminan siendo tragadas por la intensidad del sol que vuelve a golpear mis párpados.
Sol.
¡Zum, zum, zum...! Las luces parecen perder la intermitencia. Se conectan entre sí a través de estelas, especie de telarañas que provocan una sensación de continuidad lumínica. La cinta de producción fabril en serie aumenta su trajinar a medida que se incrementa la voracidad de los consumidores, que piden más y más. La película adquiere una textura chaplinesca. Tragicómica. Sol. Sosiego. ¡Zum, zum, zum...! Las luces parecen desprenderse de las paredes y ya no puedo dominar la frecuencia. Curva y contracurva, las luces dominan el traslado y se apoderan de mis reflejos. Las imágenes de la película discurren desarticuladas y todo parece estallar. La fábrica funciona a su máxima capacidad. El brillo del diente del empresario me encandila.
Sol. Efímero. Luces, luces, luces. Sol. ¡Qué demonios está ocurriendo! ¡Ya no sé cómo detener esta locura! Estas cintas lumínicas que se prolongan como relámpagos siniestros a ambos lados, desafían la existencia de todo. La cinta fabril está a punto de colapsar y los consumidores, insaciables, no reparan en ello. ¡Más, más, más...! imploran.
Sol. ¿Sol? Lucessss. El túnel se vuelve un espacio para el espanto y crujen las entrañas de la tierra. Ya no distingo la luz de la oscuridad, el movimiento de la quietud. El dominio se aposta en lo efímero y se pertrecha para su inmolación. El calor es intenso y la montaña gime, en una expresión de inconsolable dolor. Todo comienza a ceder, a desmoronarse. Los consumidores, a coro, gritan: ¡más, más, más...! La película pierde el sentido y ya no importa la trama, sino su avance frenético. Tampoco importa ya el final, ¡sólo una película tras otra, rápido, sin parar! Suelto el volante y me libero por fin de esta vacua pretensión. ¿Qué sentido tenía ya, pretender dominar esa locura? Cierro mis ojos y me desvinculo del espanto. ¿Qué importancia tenían ya, esas imágenes? Tapo mis oídos y me asocio al silencio. ¿Qué armonía encerraba ya, esa música?
No obstante el clamor reverbera agonizante por sobre lo exiguo de mis sentidos. El mórbido anhelo que suplica: ¡Más, más, más...!

"On the rocks"

"Alcanzando la línea de flotación, donde el horizonte se traza en relieve." Foto tomada en la Laguna San Rafael, XI Región, Chile.