martes, 1 de abril de 2008

"Parcela"

- ¡Oye, oye, no me pises el césped!
- ¡Oh, discúlpame! Es que es tan mullido…
- Sí, pero buen trabajo me da mantenerlo…
- Es verdad, se lo nota bien conservado. Mimado, te diría…
- Es una de mis más hondas pasiones, cuidar el césped, regarlo, recortarlo.
- ¿Siempre ha sido así?
- No, no siempre. De chico soñaba con tener una parcela de césped, pero vivíamos en una casa con un patio reducido, rodeado de altas paredes.
- ¿Tenían macetas o canteros?
- Sí, pero la experiencia de un trozo de tierra en la cual echarse no era posible.
- Y ahora la tienes…
- Sí, afortunadamente. Me costó que el césped estuviera tan tupido e intenso.
- ¿Y sueles recostarte en él, caminar descalzo…?
- Pues… no. Sé que lo estropearía…
- De manera que sigues sin la parcela de césped donde echarte…
- Bueno… esa era una pretensión infantil. Una mirada muy simple de las cosas.
- ¿Simple o esencial?
- Tú sabes… No es fácil conservarlo en buen estado. Cuando se es niño las cosas aparecen casi por arte de magia. De grande aprendes que todo insume esfuerzo.
- Es verdad. Entonces podríamos decirlo así: de chico te basas en la experiencia y de grande en la contemplación.
- No, no es tan así. De grande la experiencia se da a través del trabajo, del compromiso mental y corporal con la transformación de la materia.
- ¿Un juego de niños?
- Quizás sí, pero con una intencionalidad o bien manifiesta o bien subyacente.
- Ulterior...
- Ulterior, exacto. La virtud de poseer la captación de la finitud, de la escasez.
- Es, en cierta forma, una concepción materialista. Economicista.
- ¿Conoces algo en este mundo material que pueda prescindir de ella?
- Bueno… quizás sí. Volvamos a mi expresión del comienzo. Te dije que el césped se me ocurría “mullido”. El césped es y yo le agrego, desde mi subjetividad, la característica de mullido.
- Ciertamente estamos entrando en el terreno de lo sensorial, el ámbito de lo espiritual, en tanto carente de materia definible.
- ¡Justamente! Volvamos a tu anhelo de niño: poseer una parcela de tierra para echarse. La parcela cobraba sentido en tus sueños por la proyección de verte echado en ella…
-¡Ajá, sé a qué quieres llegar! Ahora me dirás que se han diluido mis sueños ante la presencia concreta de la parcela.
- ¡Exacto! Pero algo más: toda tu vida ha transcurrido con esa motivación subyacente en ti, pero ahora ha pasado a operar como un inhibidor de tus posibilidades. ¿Me explico?
- Creo entender… Ahora que cuento con la parcela, admito que valoro más el hecho de poseerla que la vivencia que soñé tener en ella…
- Pero no te sobresaltes: es la disyuntiva del género humano: "¿ser o poseer?"
- ¿Qué me dices del gozo que me provoca ver los resultados de mi labor?
- Ineludible. Pero, te consulto, al contemplar el césped creciendo vigorosamente, ¿estás siendo tú o está siendo el césped? El ser, amigo, no lo olvides. ¿Qué sucedería si, por causas aleatorias, el césped marchitara? ¿Dejarías de ser?
- Bueno, admito que es una buena pregunta. Creo que algo de mí se marchitaría junto con él.
- Es que ese es precisamente el error. La pretensión del anclaje entre tu ser y tus posesiones. Es una trampa, ¿alcanzas a verlo?
- Pues bien. ¿Qué, entonces, me define como ser?
- Has hecho la pregunta primigenia. El comienzo de la gran corrección que nuestra cultura es compelida a realizar: la pregunta por el ser, despojado del poseer. "El ser echado en la parcela de césped".
- ¿Quién cuidará del césped, entonces?
- Un nuevo ser, querido amigo, el verdadero ser…

2 comentarios:

Florencia Pérez dijo...

Este texto me encanta! mucho para pensar..."el ser" pequeña cuestión la tuya meajer.
¿qué es el ser? ¿Qué somos? ¿Qué sería el césped? ¿Qué seríamos sin él? ¿Qué significan en nuestra vida las anclas? ¿Podemos vivir
sin ellas?
...

¿Cuántas preguntas me ha dejado tu texto.

Un beso

Meajer dijo...

Gracias por tu comentario Flor. Se me ocurrió pensar a raíz de lo que decís sobre las preguntas, que el mundo tiene "demasiadas cosas", que el hombre ha creado infinidad de objetos, además de los que ya traía incluidos la naturaleza. Y esa cantidad abrumadora de objetos nos hace perder de vista lo esencial: que no servirían de nada si no fuera por ese SER que les da sentido y plena significación.
Gracias de nuevo Flor.