jueves, 1 de mayo de 2008

"Hormiguitas viajeras"

Un juego:
Tres amigos se echan de espaldas sobre la arena de la playa y se disponen a contemplar las estrellas. Es una tibia noche de verano, nada de viento, luna nueva.
Uno de ellos tiene el cabello rizado, el otro ondulado y el tercero lacio. El largo total de la cabellera de cada uno es equiparable a la de los otros dos.
Al mismo tiempo, tres hormigas negras de idéntico tamaño comienzan a trepar por los cabellos de cada uno de los tres amigos. Lo hacen desde el extremo inferior de sus nucas, al final del cuello y su idéntico objetivo es alcanzar el cuero cabelludo de su involuntario anfitrión, a la altura de la naciente del cabello, en la frente.
Cabe aclarar que el volumen de la masa craneana de los tres es idéntica y que sus formas son igualmente análogas. Que la capacidad de traslado de las tres hormigas difiere en forma directamente proporcional al recorrido que deberá emprender, de manera que la que ha elegido al de cabello rizado dispone de una mayor velocidad de traslado, que la que ha optado por el de cabello ondulado, algo menor y, por último, que la que andará sobre los cabellos lacios es la más lenta de las tres.
Establecida esta equivalencia, las tres están en condiciones de llegar a alcanzar su cometido en igual tiempo.
Mientras contemplan las estrellas, los tres amigos conversan plácidamente y ninguno de ellos provoca ningún ademán violento con sus cabezas, de tal manera que el avance de las hormigas no se ve alterado en ningún momento, más que por el desafío impuesto por la situación a atravesar.
¿Cual de las tres hormigas llegará antes a destino?
...
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Una posible respuesta:
El planteo contiene -adrede- un error de concepción que invalida todo un posterior abordaje y, sin embargo, quizás haya pasado desapercibido.
¿Cómo saber que realmente el destino final del recorrido de las hormigas será idéntico en los tres casos? Pretender suponer que tenían una "lógica compartida", una misma motivación, sería como aplicar las matemáticas al devenir de la naturaleza.

¿Será que esta ilusión tiene sentido porque trasladamos la lógica humana a otros seres de la naturaleza, dotando a ésta de una
supuesta sabiduría?
Muchas veces denominamos de manera general "naturaleza" a todo nuestro entorno, otorgándole una
entidad necesariamente inteligente: "la naturaleza es sabia", como una necesidad mágica de corporizarla, unificándola bajo un pretendido cuerpo y mente análogos al ser humano... o a Dios.
¿Por qué no pensar más bien en un motor que impulsa toda la existencia a Su arbitrio, y que la naturaleza responde a él? ¿Y que ese arbitrio no necesariamente es el nuestro, el que entendemos que
debe ser?
Haber pretendido apropiarnos de la naturaleza a lo largo de la historia de la civilización humana, en lugar de disponer de ella con el respeto que se tiene por las cosas prestadas, nos ha llevado a diezmarla cruelmente.
Pero nada, absolutamente, en esta dimensión física permanece sin respuesta ante la presión que sobre ella se ejerce.
...
Al parecer ya ha pasado suficiente tiempo de ciegas pretensiones.
El final del juego ha llegado.

1 comentario:

leo dijo...

Muy buena reflexión, coincido completamente!!!