jueves, 1 de enero de 2009

"Cuento playero III"

¡Uff! ¡Qué calor! Hoy me meto seguro, está para bañarse. ¿Qué bandera hay? Roja y negra... ¿peligroso? No importa, me meto igual. Las olas están buenísimas para barrenar... Me tiro un rato a tomar sol y cuando no doy más de calor me baño. Total, puedo entrar y salir varias veces. El tema es que con el cuerpo caliente, el agua parece más fría. Pero es sólo cuestión de acostumbrarse. Quizás sea mejor no esperar mucho porque va cayendo gente y dentro de poco no va a haber lugar para un alfiler. ¡Esta playa se llena siempre! Pero no quiero entrar ahora, recién desayuné. Además, si me meto ahora me queda la malla mojada y se me pega el arena. Es mejor dejar pasar un rato. Leo un poco el diario y me meto. Y si hay gente me la aguanto. Me voy a lo hondo y ahí no hay tanta gente. Ahí, en lo hondo, es como una pileta, casi no parece mar. El tema es que no se puede hacer pié. Pero sabiendo hacer la plancha se puede estar un buen rato. Un poco de brazadas, un poco de plancha, y así... A mí me gusta barrenar, no hay duda. Enganchar la ola y dejarse llevar hasta la orilla... está bueno. Pero con toda esta gente, más que a la orilla voy a estrellarme contra no sé cuántas piernas. La última vez casi me llevo por delante a un nene y para esquivarlo casi tiro al piso a una vieja que estaba mojándose los brazos con las manos. Un papelón. ¡Ya no tengo edad para disculparme por estar jugando con las olas! ¡Y bueno, al fin y al cabo la playa es de todos! ¡Si no les gusta que se vayan a Saint Tropez o al Caribe! ¿Qué hago, me meto o espero un rato más? Mejor espero a que se vayan esas chicas que están allí; me van a ver titubear para entrar al agua y no quiero que se rían de mí. Y, si no, tengo que hacerme el valiente y tomar carrera y meterme sin pensarlo... Eso me hace acordar a cuando era chico y me gustaba tomar carrera y patear el agua, mojando a todo el que estaba intentando atravesar el primer impacto con el agua fría. ¡Cómo lo disfrutaba! Eso sí: hacía eso al entrar por segunda vez al agua. Ya estaba mojado y aclimatado... ¡Ni loco iba a tomar carrera y meterme en un primer intento! Cualquiera que conozca el agua de la costa argentina sabrá que la temperatura es muy baja y uno se congela en el primer contacto. ¿Se fueron las chicas? Mmm, parece que sí... Y bueno, voy y me meto de a poco. ¿Con quién dejo las cosas? Acá, en 30 segundos te roban hasta el apellido. A ver... Esa parejita no, él tiene cara de delincuente. El viejo ese... no ve nada. Esa familia... Y bueno, me parece lo mejor. "¿Me cuidan las cosas?" "Sí esas que están ahí. Vuelvo enseguida, me meto un rato en el mar y regreso. Gracias." Ojalá que se acuerden de mirar de vez en cuando... Y bueno, si no, me volveré en malla por la calle, no es tan dramático. A ver cómo está el agua... ¡Uaa, está congelada! ¡Noo, yo no me meto! ¿Cómo puede ser? Con tanto sol, ¿no se calienta un poquito? ¡Y encima está super-mugrienta! ¡Llena de vasitos de plástico y algas! ¡Y está como aceitosa! ¿Será la cantidad de crema bronceadora o será petróleo?... A ver otra vez... bueno, no está tan fría ahora... "¡No, nene, la p... madre!" "¿Por qué no te vas a salpicar a otro lado?" ¡Este pibe me mató, está congelada! A ver si voy entrando de a poco... Está fría, ¿cuál es el placer de meterse al agua? Desde la playa el agua se ve como atractiva para refrescarse y quitarse un poco la transpiración, pero al contacto todo cambia. Incluso no hace tanto calor aquí como tomando sol en la arena. ¡Ayy! ¿Qué pisé, un caracol o un vidrio? No sé, no se ve nada... ¡Ay, cómo me duele! ¡Menos mal que no me sangra...! "Fría, ¿no?" "Sí, ya me voy a tirar, pero me cuesta decidirme". "Sí, ya sé que es mejor jugarse de una vez, pero a mí me cuesta. Prefiero ir de a poco". ¿Qué le importa a éste cómo me meto al agua? Al final, no se puede estar tranquilo. ¡Todo el mundo se mete a opinar sin saber...! Vistos desde acá, todos parecen canguros saltando con cada ola, pero más que bañarse y dejarse mojar por el agua, parecen querer esquivarla. ¡Será posible! Toda mi expectativa estaba puesta en bañarme en el mar y ahora estoy parado aquí como una estatua, sin atinar a moverme... Es como que para disfrutar de un baño haya que conceder una buena cuota de sacrificio. Tengo que meterme, aunque sea para que se me moje la malla, si no ¿qué le digo a la familia que me está cuidando las cosas? ¡No lo puedo creer, tengo que tener en cuenta incluso a desconocidos! ¿Y si me mojo un poco con las manos? Al fin y al cabo, ¡qué me importa ya meterme o no en el agua! Un poco en los brazos, un poco en las piernas... ya está. Ahora pongo cara de que "está buenísima" y listo.
¡Que se bañen los giles! ¡Mirá si me voy a morir de frío para que estos tarados se crean que la pasé bomba! "¡Gracias por cuidarme las cosas! ¡Sí, está buenísima el agua! ¡Disfrútenla! Chau." Listo. Esta playa está insoportable. Mejor me voy al departamento y me pongo el aire acondicionado. ¡Otra que arena y agua congelada! ¡Manga de masoquistas!

4 comentarios:

Florencia Pérez dijo...

supongo que para pasarla bien primero hay que disponerse a ello.
"LA REALIDAD ES LO QUE NOSOTROS PONEMOS EN ELLA" ¿Será? yo pienso que si.

UN BESO

Meajer dijo...

Seguramente que sí. Eso es justamente lo que intenté poner de relieve en el relato. Gracias x el comentario Flor!

Laura Alperovich dijo...

Muy bueno ese diálogo neurótico del bañista... suele suceder en muchos aspectos de la vida... en San Cayetano el agua tiene como 5º más que en Mar del Plata, muy agradable por cierto; a ese bañista, ¿le hubiera ocurrido lo mismo? a mí me parece que sí...

Meajer dijo...

A ese bañista (no bañado) y a muchos como él que se la pasan poniendo en el afuera los pretextos para no pasarla bien. Pero yo creo que algún día terminará bañándose, incluso en Mar del Plata...
Gracias x tu comentario Laura.