viernes, 1 de mayo de 2009

"El Aedes aegypti y la política argentina" (*)

Finalmente -como fuera lógico esperarlo- la enfermedad del Dengue ha llegado con virulencia a Argentina. Es sabido que esta enfermedad es transmitida -entre otros- por el mosquito Aedes aegypti, que anida principalmente en los mantos acuíferos de las zonas tropicales. Sabido es, también, que Argentina no encuadra dentro de los límites de las zonas más cálidas del planeta, pero últimamente, debido a razones que exceden el alcance de este artículo, el país del sud de Sudamérica ha comenzado a caracterizarse por flujos de altas temperaturas durante períodos harto prolongados. Lo que no resulta de tanta evidencia ni ha penetrado en las capas más voluminosas de la población es el nefasto plan urdido detrás de la propagación de esta enfermedad. ¡Antetodo, éstas líneas pretenden esclarecer más que denunciar o alarmar a la población desprevenida. No nos moviliza otra inquietud más que informar y poner a consideración del pueblo sobre una cuestión que nos afecta a todos! Lo cierto es que la propagación de la presencia de este mosquito en Argentina ha sido provocada deliberadamente. A saber: En el año 2003, tras la asunción del casi ignoto Presidente Néstor Kirchner, tuvo lugar en las escalinatas de la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires, un prolongado discurso del líder cubano Fidel Castro. En aquél mítin comunista, Castro dijo: "Sospechábamos que éste era un mundo donde lo que menos se respetaba era la ley y donde se estaba esparciendo el principio de la fuerza..." En aquél emotivo discurso, el revolucionario cubano estaba haciendo público un guiño hacia el nuevo presidente argentino, sin que la mayoría de la población lo advirtiese. Estaba, nada más y nada menos, proponiendo a Kirchner "saltear la ley y hacer uso de la fuerza", a través de un plan en dos etapas, para exportar la epidemia del Dengue, que azota a la isla centroamericana desde hace décadas. ¿Con qué propósito? El negocio del tráfico de médicos y de los medicamentos, que Cuba ha preparado con efectividad en igual lapso. El presidente argentino fue seducido de inmediato y, mediante los canales diplomáticos, se contrató la llegada al país de 10 buques de bandera panameña que contenían enormes cisternas colmadas de aguas contaminadas con la cepa del mosquito Aedes aegypti provenientes de Cuba. Un caldo siniestro... Aprovechando la vulnerabilidad de las aduanas argentinas, el líquido contaminado ingresó al país y fue distribuido por toda la superficie de Argentina mediante camiones facilitados por el líder de la CGT, del Sindicato de Camioneros, Hugo Moyano, un adicto del gobierno kirchnerista. Si bien en la zona norte del país ya había habido brotes, provenientes de Bolivia, Paraguay y Brasil, no así había ocurrido en la zona central. Es por eso que, aprovechando el auge del cultivo de la soja, se contrataron los aviones fumigadores para diseminar el agua por los benditos campos de la pampa húmeda. Y nadie lo advirtió, excepto, claro está, los pobres titulares de inmuebles de esa zona tan castigada del país. En este sentido, el super ministro Julio De Vido tuvo particular intervención. A través de su gestión y utilizando recursos destinados a obras públicas, mandó construir estanques y acueductos para bombear las aguas cubanas. Pero esto no termina allí. Sabido es que el expresidente Kirchner y luego su esposa, la también ahora expresidenta Cristina Fernández han insistido con tenacidad para la construcción del "tren bala". El propósito oculto de esa millonaria inversión era agilizar la distribución del agua, previendo que el cambio de latitud provocaría la muerte de las cepas del mosquito si no se actuaba con celeridad. La resistencia de la población a aceptar ese faraónico emprendimiento llevó al Gobierno a deshacerse de las aguas en la mismísima Ciudad de Buenos Aires. De esta forma se explica claramente la reacción de las nobles asociaciones de los pobres campesinos de Argentina. Durante el año 2008 enfrentaron con hidalguía al gobierno de los Kirchner con el propósito aparente de obtener desproporcionadas ganancias por la exportación de granos, a costa de la sobre-explotación de los suelos. Nada más velado que el verdadero móvil: impedir la depredación de los recursos naturales en áreas tan ricas como las tierras de la pampa húmeda argentina, a causa del bombeo de aguas contaminadas con Aedes Aegypti. Afortunadamente, la acción del entonces vicepresidente Julio Cobos interrumpió el bombeo del agua contaminada desde las cisternas construidas por De Vido pero, no obstante, llegó tardíamente. Como hemos visto, este verano -que duró ocho meses en Argentina- el ataque del mosquito cobró una virulencia inusitada, atacando incluso a la desprevenida e indefensa población de la Ciudad de Buenos Aires sobre cuya superficie se derramó buena parte del líquido, como fuera referido renglones arriba. Ahora, con la amenaza de un mosquito que invernará en las aguas depositadas en todo el país, tendrá lugar la segunda etapa aludida subrepticiamente por Fidel Castro: "esparcir el principio de la fuerza". Léase: la supeditación de Argentina a los condicionamientos de Cuba para contener la epidemia. ¿Hasta cuándo toleraremos este atropello a nuestra dignidad argentina por parte del gobierno izquierdizante de los Kirchner? (* Extraído del Diario "Flautín", el "gran" diario argentino).

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