martes, 1 de septiembre de 2009

"Interferencias"

El pulso se acelera y la velocidad se vuelve vértigo.
No sabemos hacia dónde vamos, pero ¡vamos hombre, vayamos!
El vehículo que está delante está más cerca que el firmamento, obviamente.
Cuesta sacar la mirada del pozo, sobre todo cuando nos hemos acostumbrado a "agachar el lomo".
Pero allá arriba, hay una corriente de aire distinta, una energía menos polucionada.
Hay algo claro: cuando caminamos al aire libre, nada se superpone sobre nuestro cuerpo.
Esto es indicio de la facilidad con la que podemos elevarnos. Así está planeado.
No hacen falta alas para elevarse, sólo intención.
Pero la intención no se obtiene por mera formulación de deseos.
Los deseos provienen de la conexión interior. Y es esa conexión la que está siendo interferida constantemente.
Porque la conexión vuelve libre al ser humano.
La interferencia es el ruido que no nos permite comunicarnos armónicamente.
Ruido es, también, ese par de auriculares que nos ponemos para escuchar música, en lugar del sonido de la calle.
Porque el aislamiento, el encapsulamiento, son interferencias que nos separan de los demás.
Y es el conjunto de la humanidad que debe armonizarse. En conjunto.
Hubo un único hombre que estuvo solo. Fue por escaso tiempo.
La Tierra es un recipiente que contiene al conjunto de la creación.
Nadie sobra, nadie falta. Excepto que te aisles.
Aislarse significa desentenderse de los demás, porque nos molestan.
A pesar de los cotidianos esfuerzos por mutilar la comunicación entre congéneres, los medios de comunicación no lograrán nunca obturar nuestra libertad, a menos que consintamos la maniobra.
¿Cuál es el objetivo?
Alienarnos.
¿Con qué propósito?
Sojuzgarnos.
¿Para qué?
Para vendernos lo que se les ocurra.
¿Por qué?
Porque intentan ser todopoderosos. Es la ambición.
¿Qué ejército podría ponerles frenos?
Con cada ser humano que recobre su verdadero potencial y obtenga claridad sobre su misión, la jugada puede ser aniquilada en un instante.
¿Por qué aceptamos pasivamente la interferencia?
Porque hemos resignado el verdadero valor del ser humano: la aptitud para transformar la realidad en línea con la voluntad de Di-s.
¿En qué nos hemos transformado?
En títeres de una maniobra que entendemos inexorable.
Si hay alguien que se acerca y te proclama que tiene LA VERDAD, huye de inmediato.
La confusión es muy grande para que haya alguien así, de verdad.
La verdadera verdad ya fue explicitada hace mucho.
Y, como toda verdad, no se ha puesto vieja. Por el contrario, cada día tiene mayor vigencia.
Busca en las Sagradas Escrituras. Allí encontrarás verdades absolutas.
Y busca en lo profundo de tu corazón. Allí encontrarás el amor que Di-s te ha insuflado.
Para que lo compartas.
Mira a tu alrededor y busca el corazón de tu prójimo.
Allí te encontrarás reflejado.
Hazlo ya.
Los tiempos apremian y despabilarse no será tarea fácil.

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