viernes, 1 de febrero de 2008

"¡Atención, señores!"

Así que pretendes el éxtasis de tus sentidos
arropado por la caricia del viento de una isla tropical.
Así que te esfuerzas cotidianamente en acumular
moneda sobre moneda, en afán de vanidosa conquista.
¡Con que prefieres esquivar la vista de ese lodo cenagoso,
la fastidiosa presencia que malogra tu ampuloso festín!
Que no resiste a tu potencia este cuadrado con ruedas
y prolongas tus sueños, en confortables cabinas que van a mil.
Que tu estómago crece, que tus cabellos desaparecen,
que tu cara se cae, que el disimulo te arrebata la partida.
Así que has cumplido ya esa edad, por fin la alcanzaste;
la edad del reemplazar por materia el abandono de la materia.
Con una mano sostienes el volante, con la otra el celular,
a una otra la metes en el bolsillo y con la otra coimeas el bienestar.
Así que has hecho fortuna, eres todo un señor,
"por favor señor, qué le sirvo señor, con todo gusto señor. Andá a cagar, señor".
Tus hijos tienen educación privada, salud privada,
barrio privado, seguridad privada. Libertad privada.
Tus amigos cotejan bienestar compitiendo cabeza a cabeza,
propiedad aquí, evasión allá, negocio aquí, estafa allá.
Tu conversación patina en la "s" de pesos y no logra avanzar,
allí comienza tu desafío, allí termina tu creatividad.
Buscas el reflejo de lo que ya no eres, buscas en su sonrisa
el engaño descarado, de que eres más atractivo que tu vil metal.
Eres versado en política: "son todos corruptos",
bien debieran perfeccionar el estilo, emulando tu hábil obrar.
Tu lista de indeseables crece día a día, eres la "raza superior",
la clase dirigente, la mente lúcida, la gloria del Creador.
Hoy te veo parado en la esquina, piel bronceada, anteojos para sol,
lo tienes todo: anillo de oro, celular con cosquillas, aliento arrasador.
La juventud intenta escapar desesperada, ya no la retengas,
ya no sigas con esta patética farsa, ya sonaron las campanas.
Tu imagen me desespera, me persigue, me somete a vergüenza,
cada célula de tu cuerpo decadente proclama su rendición.
Ya no sigas fingiendo, asume de una vez tu condición:
¡estás hecho mierda, comienza tu reconstrucción!

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