- ¿Falta mucho?.
- No sé, unos 20 kilómetros...
- ¡Uff, este viaje se me ha convertido en una pesadilla!
- ¿Qué apuro hay?
- No se trata de apuros... Es la sensación de la pérdida de tiempo, pudiendo emplearlo para algo más productivo.
- Bueno, no es tanta la pérdida de tiempo, pudiste contemplar el paisaje...
- Muy bien, pero ¿cuántos árboles me hacen falta ver para valorar el paisaje? ¡Por favor, ya es suficiente!
- De acuerdo, no desesperes. Ya casi llegamos...
- Se nos va la vida trasladándonos, atascados en un enjambre de carrocerías, aguardando llamados o e-mails, esperando el tren o el ómnibus...
- ¿"Se nos va la vida"? Ésa es la vida, o parte de ella al menos...
- Como prefieras, pero a esta altura de mi vida ya no soporto la idea de perder un minuto más. Deseo disponer de cada instante como yo lo decida y programe, y que nada ni nadie cambie mis planes, ¿llegas a entenderme?
- De lo que creo que se trata es que sientes que el tiempo se te agota, que cada minuto cuenta porque percibes que ya no abundan los minutos.
- Y no sólo eso: también la necesidad de redimir tantos otros minutos pasados en vano, que nada aportaron a mi vida, y que sin embargo dilapidé.
- ¿Qué tal si inventamos un re-nacimiento, luego de la muerte?
- ¿Cómo es eso, a ver? ¿Otra de tus tantas ideas locas?
- Tan sólo poner en movimiento la profusión de fantasías. ¿Qué tal si proponemos que, luego de la muerte, la persona elige volver a nacer al cabo de un tiempo determinado?
- ¡Imposible! ¡Di-s mismo echó a Adán del Jardín del Edén para que no coma del arbol de la vida y viva eternamente...!
- Es sólo un juego...
- Muy bien. Fantaseemos.
- ¿A qué edad te gustaría volver a la vida nuevamente?
- Difícil... Si vuelvo a ser un bebé, entonces el entorno de mi vida anterior será mucho mayor que yo y ya no podré conservar los vínculos tal como entonces. Mi hijo podría ser mi padre o mi abuelo...
- Pongamos que vuelves al mundo con la edad que tenías al morirte.
- En ese caso seré paulatinamente más anciana y llegará un momento en que no tendré energías para llevar a cabo mis proyectos...
- Muy bien, entonces expresa qué te gustaría que sucediera y punto.
- Ok, desearía volver en cinco años y tener diez años menos que ahora.
- ¿Y qué harías, entonces, habiendo ganado quince años?
- Seguramente, replantearía muchas de las cosas que he hecho, algunas las volvería a hacer pero de otra manera, mientras que algunas otras las eliminaría por completo.
- Es un pensamiento común. Como cuando tienes un capital considerable y vas gastándolo de a poco. Mientras estás lejos de agotarlo no sentirás que algún día llegará a su fin. Pero, ¿bastará sólo con eso?
- ¿A qué te refieres?
- ¿Qué sucede con los años restantes, los que te quedarán por vivir?
- ¡Ah, por supuesto! ¡Sabiendo que tendré años adicionales, podré contemplar más relajadamente cada arbol que se cruce por el camino...!
- En ese caso no lo considerarás una pérdida de tiempo... ¿Se puede vivir sin el apremio del paso de los años?
- Me temo que nos hemos enroscado.
- ¿Será que volvemos a enroscarnos porque, en realidad, estamos errando en la forma en que vivimos?
- ¿...?
- Digo, pasamos nuestra vida buscando la trascendencia y, cuando creemos que la hemos conseguido terminamos yéndonos, irremediablemente, de este mundo...
- Algo así como un engaño, una burla...
- Depende de cómo vivamos y en función de qué objetivos. Yo creo que la burla se produce porque estamos atrapados en un sistema que nos impulsa a la satisfacción de los deseos más inmediatos, compulsivamente.
- Algo así como un "¡Llame ya!"
- ¡Claro! Eso nos lleva a correr ciegamente, casi persiguiéndonos a nosotros mismos... Hemos perdido la vivencia espiritual, despojada de sentidos ulteriores...
- Es la compulsión al éxito, vernos como dioses que todo lo podemos, todo lo abarcamos...
- Una burda idolatría...
- Pero entonces... ¿nos quedamos cruzados de brazos esperando el momento de la partida?
- En un mundo con miles de millones de personas parece ser difícil definir qué se es y cuál es nuestra misión...
- ¿Misión? ¡Yo sólo quiero ser feliz!
- Me pregunto si habrá espacio en este mundo para que cada uno alcance la felicidad a su modo...
- ¡Yo no imagino la factibilidad de un mundo con tantos millones de personas sin que su totalidad alcance ese estado de plenitud! ¡Para eso fuimos creados!
- ¿Cómo puedes estar tan segura del motivo por el que hemos sido creados?
- Simplemente porque no concibo a un padre teniendo un hijo sin desear para él la plenitud.
- Ojalá yo estuviera tan seguro de eso... Muy bien, entre fantasía y fantasía ya vamos llegando...
- ¿LLegar? Al fin y al cabo ésta puede ser sólo una parada intermedia...
- ¿Podremos encontrar en ella alguna respuesta?
- ¡Al menos vamos hallando algunas preguntas...!
- Algunos árboles en el camino...
- El dibujo de nuestra trayectoria.